Countries<Spain<Comunidad Valenciana<Alcántara de Júcar< Llavador Municipal Alcàntera
They were usually located on the outskirts of the most inhabited towns (and obviously with some kind of spring nearby), which was a privilege that not all families could enjoy and which was fought for by neighbours of districts with less than 50 inhabitants.
Each washing place, which was located in the most populated villages in the area, brought together dozens of women every afternoon who would come loaded down with sieves, baskets and cauldrons to wash their clothes. Most of them were built between the years one thousand eight hundred and twenty and thirty, an infrastructure that was a relief for the backs of many of these women who spent half their lives scrubbing with the bar of soap, bending down, in the ditch, raft, irrigation channel, ditch or in the river. However, with the arrival of the washing machine, which although invented in 1901 did not reach the homes of the Serranía until the seventies, the washing places were relegated to the background.
There were no luxuries, nor were there any, but when those who lived through those years remember them, they always manage to put aside the experiences of the lack of everything and, nevertheless, they remember the moments of sharing with the neighbours, when comments and jokes were made and there was always room for laughter. Those unpremeditated get-togethers where neither coffee nor pastries were served, nor did they form huddles around the living room table, are fondly remembered and always had a common setting, the washing places.
In the Serranía Valenciana, washing places are scattered among all the municipalities, both in the coastal and high mountain areas. However, not all the municipalities have acted in the same way when it comes to conserving these examples of rural architecture.
Normalmente estaban situados en las afueras de las poblaciones más habitadas (y obviamente con algún tipo de manantial cercano), por lo que ya era un privilegio del que no todas las familias podían disponer y por el que pelearon vecinos de pedanías de menos de 50 habitantes.
Cada lavadero, que se ubicaba en los pueblos más poblados de la zona, congregaba cada tarde a decenas de mujeres que acudían cargadas con cerradas, cestas y calderos a lavar la ropa. La mayoría de ellos fueron construidos entre los años mil ochocientos veinte y treinta, una infraestructura que fue un alivio para las espaldas de muchas de esas mujeres que se pasaron media vida frotando con la pastilla de jabón agachadas, en la acequia, balsa, regajo, cerrada, o en el río. Sin embargo con la llegada de la lavadora, que aunque se inventó en el año 1901 no llegó a los hogares de la Serranía hasta los años setenta, los lavaderos quedaron relegados a un segundo plano.
No había lujos ni se pretendían, pero cuando los que vivieron aquellos años los recuerdan, siempre consiguen dejar de lado las vivencias de la falta de todo para, sin embargo, rescatar del recuerdo los momentos de compartir con los vecinos, cuando surgían los comentarios y las bromas y siempre había lugar para la risa. Aquellas tertulias no premeditadas donde no se servía ni café, ni pastas, ni se formaban corrillo en la mesa del salón, son rememoradas con cariño y siempre tenían un escenario común, los lavaderos.
En la Serranía Valenciana los lavaderos se dispersan entre todos los concejos, tanto en los costeros como en los de alta montaña. Sin embargo no todos los municipios han actuado de la misma forma a la hora de conservar estas muestras de la arquitectura rural.