Countries<Spain<Comunidad Valenciana<Domeño< Acueducto de Peña Cortada
In the municipalities of Tuéjar, Chelva, Calles and Domeño are the remains of a colossal Roman work, the Roman aqueduct of Peña Cortada.
This was laid out with different water conduction systems that, from its origin in the Tuéjar river, crosses great topographical obstacles. The length of the remains found is 28.6 kilometers, comparable to the most important Roman aqueducts in Spain: Segovia, Les Ferreres de Tarragona and Los Milagros de Mérida.
Its spectacular remains have been mentioned by scholars, travelers and historians, who have formulated different hypotheses about the unknown final destination of its waters.
From Pedro Antonio Beuter in his Crónica general de España y especialmente de Valencia (1546-1550), where he alludes to some thick pipes of Chelva; Gaspar Escolano, in Década de la Historia de Valencia (1611), extends Beuter's information, considering that its final destination would be Llíria, although others placed it in Sagunto; Vicente Marés, in La Fénix Troyana (1681), speaks of "the arches of Chelva" that take the water to Sagunto, passing through Villar de Benaduf and the plains of Llíria, which is why some thought that its final destination was the ancient Edeta; José Antonio Cavanilles, in Observaciones del Reino de Valencia (1795), points out that the aqueduct ended before reaching Villar de Benaduf; Alexandre Laborde, in Voyage historique y pittoresque d'Éspagne (1806-1826), does not share the opinion that its destination was Sagunto or Llíria, because each of these cities had its aqueduct and water dams much closer.
Juan Agustín Ceán Bermúdez, in Sumario de las antigüedades romanas que hay en España (1832), does not hesitate to affirm that it is an aqueduct built by the Romans to carry water to Llíria. Antonio Chabret, in his work Sagunto. Su historia y sus monumentos (1888), rules out that it was used to supply the Roman city of Saguntum.
Sobre los términos de Tuéjar, Chelva, Calles y Domeño se encuentran los restos de una colosal obra romana, el acueducto romano de Peña Cortada.
Éste fue trazado con distintos sistemas de conducción de aguas que, desde su origen en el río Tuéjar, salvan grandes escollos topográficos. La longitud de los restos hallados es de 28,6 kilómetros, siendo su entidad comparable con los acueductos romanos más relevantes de España: Segovia, Les Ferreres de Tarragona y Los Milagros de Mérida.
Sus espectaculares restos han sido objeto de mención por parte de eruditos, viajeros e historiadores, que han formulado distintas hipótesis sobre el ignorado destino final de sus aguas.
Desde Pedro Antonio Beuter en su Crónica general de España y especialmente de Valencia (1546-1550), donde alude a unos gruesos caños de Chelva; Gaspar Escolano, en Década de la Historia de Valencia (1611), amplía la información de Beuter, considerando que su destino final sería Llíria, aunque otros lo situaban en Sagunto; Vicente Marés, en La Fénix Troyana (1681), habla de «los arcos de Chelva» que llevan el agua a Sagunto, pasando por Villar de Benaduf y los llanos de Llíria, razón por la cual algunos pensaban que su destino final era la antigua Edeta; José Antonio Cavanilles, en Observaciones del Reino de Valencia (1795), señala que el acueducto terminaba antes de llegar al Villar de Benaduf; Alexandre Laborde, en Voyage historique y pittoresque d’Éspagne (1806-1826), no comparte la opinión de que su destino fuera Sagunto o Llíria, porque cada una de estas ciudades tenía su acueducto y sus presas de agua mucho más cerca.
Juan Agustín Ceán Bermúdez, en Sumario de las antigüedades romanas que hay en España (1832), no duda en afirmar que se trata de un acueducto levantado por los romanos para conducir el agua a Llíria. Antonio Chabret, en su obra Sagunto. Su historia y sus monumentos (1888), descarta que hubiese servido para el abastecimiento de la ciudad romana de Saguntum.