Countries<Spain<Comunidad Valenciana<Senyera< Ayuntamiento Nuevo
The old town center is arranged along two main streets, Major and Ramón y Cajal, and several cross streets, with three small squares, the most important of which is the Església, where the parish church of Santa Ana is located. The rest of the town is relatively recent, having been built in 1959 the Jaime I group in the NE part and in the 1980s several more houses along Senyera street (extension of the Major) and the road to Villanueva de Castellón, where the new town hall was built.
The origin of Senyera seems to be in an Andalusian farmhouse that became a lordship of the Sanç de Játiva and ended up being part of the marquisate of Benamegís. In 1572 there were 47 neighbors (about 188 inhabitants) in the marquisate, a population that increased to 54 (216 inhabitants) in 1609, when the expulsion of the Moors took place. The territory was totally depopulated and, although a town charter was granted to Señera in 1611, Benamegís was never populated again.
In 1646 Señera already had 18 inhabited houses. At the end of the XVIII century Señera was still a small place, with only 177 inhabitants, who had not grown due to the fevers caused by the cultivation of rice, to which more than half of the lands of the municipality were destined. The population tripled during the 19th century and in 1900 it already had 531 inhabitants.
The agricultural landscape of the first old Christians or Valencians of Señera and Benimeixix would rest in the seventeenth century on a commercial crop of the first order: silk. The moreral occupied an important part of the orchards, while the rest were planted with cereals and fodder, olive trees and vineyards, vegetables, fruit trees and vegetables.
The eighteenth century, on the other hand, was already the century of the rice fields, of the orchards filled with water during the summer.
By 1840 the agricultural landscape remained the same, but with a greater presence of rice fields. Rice, silk, wheat, corn, corn, oil, carobs and vegetables are mentioned as the main productions of the area.
In 1950, 1,271 bushels of rice, 816 of orange groves and 94 of wheat and other grains.
The difference between 1950 and 1961 is that now it was the rice fields that were rapidly giving way to orange groves. Thus, in 1963 there were already 42,000 feet of orange trees of the variety.
Between them, there were 1,762 bushels of land planted with citrus: 83% of a total of 2,130 worked. In other words, rice had already become a marginal crop and was in the process of disappearing, to the benefit of the orange tree, which still reigned supreme.
Not for free, the main product of the Valencian countryside at the beginning of the 21st century is no longer oranges, but bricks. Nowadays, Señera is no longer an eminently agricultural town, but a municipality that prospers thanks to the establishment of new industries and the urban development of terraced houses.
The economy of Señera has diversified in a hurry, and is finding the right balance between the agriculture of the parents, the small family industry, the construction and the services, as an escape from the recent years of agricultural unemployment, of continuous depreciation of the wages and the incomes of the field.
El casco urbano antiguo se halla ordenado siguiendo dos calles principales, la Major y la de Ramón y Cajal, y varias transversales, con tres pequeña plazas de la que destaca la de la Església, en donde se levanta la parroquia de Santa Ana. El resto del pueblo es relativamente reciente, habiéndose construido en 1959 el grupo Jaime I en la parte NE y en la década de 1980 varias viviendas más a lo largo de la calle Senyera (prolongación de la Major) y de la carretera de Villanueva de Castellón, donde se construyó el nuevo ayuntamiento.
El origen de Senyera parece estar en una alquería andalusí que resultó en señorío de los Sanç de Játiva y acabó formando parte del marquesado de Benamegís. En 1572 había 47 vecinos (unos 188 hab.) en el marquesado, población que aumentó a 54 (216 hab.) en 1609, momento en que tuvo lugar la expulsión de los moriscos. El territorio quedó totalmente despoblado y, si bien se otorgó carta puebla a Señera en 1611, Benamegís nunca volvió a poblarse.
En 1646 Señera contaba ya con 18 casas habitadas. A finales del siglo XVIII Señera seguía siendo un lugar pequeño, con sólo 177 habitantes, que no habían crecido debido a las fiebres que provocaba el cultivo de arroz, al que se destinaban más de la mitad de las tierras del término. La población se triplicó durante el siglo XIX y en 1900 tenía ya 531 habitantes.
El paisaje agrícola de los primeros cristianos viejos o valencianos de Señera y Benimeixix descansaría en los siglos XVII sobre un cultivo comercial de primera orden: la seda. El moreral ocupaba semillas una parte importante de las huertas, mientras que el resto eran sembrados de cereales y forrajes, olivos y viñas, hortalizas, frutales y verduras.
El siglo XVIII, en cambio, seria ya el siglo del arrozal, de las huertas embalsadas de agua durante el verano.
Cabeza al 1840 el paisaje agrícola continuaba siendo el mismo, pero con una mayor presencia del arrozal. Se habla de arroz, seda, trigo, maíz, aceite, algarrobas y hortalizas como las principales producciones del término.
En 1950, 1.271 fanegadas de arrozal, 816 de naranjal y 94 de trigo y otros granos.
La diferencia entre el 1950 y el 1961 es que ahora eran los arrozales los que estaban cediendo protagonismo rápidamente, en provecho del naranjo. Así las cosas, en el año 1963 ya habían 42.000 pies de naranjos de la variedad.
Entre todo había 1.762 fanegadas de tierra plantadas de cítricos: el 83%, de un total trabajado de 2.130. Es decir, que el arroz ya se había transformado en un cultivo marginal y en proceso de desaparición, en provecho del naranjo, que aún reina.
No gratis, el principal producto del campo valenciano a la entrada del siglo XXI ya no es la naranja, sino el ladrillo. En la actualidad, Señera ha dejado de ser un pueblo eminentemente agrícola, para convertirse en un municipio que prospera gradas a la implantación de nuevas industrias y al urbanismo de chalés adosados.
La economía de Señera se ha diversificado a la carrera, y está encontrando el equilibrio justo entre la agricultura de los padres, la pequeña industria familiar, la construcción y los servicios, como a escapatorias por los años recientes de paro agrícola, de depreciación continuada de los jornales y las rentas del campo.